El Profesor

Primer semana de clases era, cuando un grupo notó que falto de tutor estaba, se trataba de la mataría de terminología, lo cual fue común, pues muchos otros grupos no tienen todas sus clases la primer semana. Los alumnos preguntaban, pero no recibían respuesta, otros tutores se pusieron de acuerdo para cubrir las horas de clase ajenas a sus horarios, pero ninguno consiguió hacer un espacio en su agenda para impartir la materia. Llegó la segunda, y la cuarta duró lo que tarda en venir la tercera, entonces un día, más por costumbre que por gusto, los alumnos yacían sentados en su respectivo salón, en espera de recibir a quien no llegaría.

“Buenos Días”, una voz varonil y lejana vociferó.

Los alumnos se sorprendieron, dado que el sujeto que se hacía llamar su maestro, hizo como si no se hubiera ausentado. Impartió la primera clase, con la tranquilidad de quien sabe lo que hace. Todo fue presentación, explicación del plan de estudios, y demás temas dignos de un primer día.

Conforme marchaban los días, las clases se hacían más amenas. Por alguna extraña razón, alumnos de otros grupos miraban por la ventana durante las dos horas de clase de tal profesor, supongo que era muy bueno, no sé.

Un miércoles, como cualquier otro, la clase siguiente a terminología resultaba anatomía, y por azares del destino, se utilizó el laboratorio, con la noticia de que el cadáver a examinar era el profesor suplente.

Se realizó una pequeña investigación tras los extraños sucesos, la cual daba origen a más preguntas que respuestas, sin frutos, por cierto. La matrícula de tal profesor había sido eliminada hace ayeres, además, las cámaras de vigilancia no daban señal de que alguien impartiera la clase, y por otro lado, los testimonios de compañeros de otros grupos, aseguraban que sus vecinos pasaban un par de horas mirando hacía el vacío; abducidos por la ausencia

Hubo quien renunció a la carrera, otros tantos acudieron a un psicólogo, pero alguien, decidió aventajarse, cogió pluma y papel, y me entregó éste final:

“Pasaban semestres, y por desgracia, siempre, algún día alguien estaría ahí. Dime tú, que careces de tutor, ¿la morgue que puede hacer por ti?”

Diego Margo


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